domingo, 28 de julio de 2013

Los 35 años de servicio del carguero espacial Progress

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La Progress M-20M sobre el Soyuz-U que la lanzará




El carguero espacial Progress M-20M está listo para su lanzamiento rumbo a la Estación Espacial Internacional desde el cosmódromo de Baikonur, previsto para las 22:45 del 27 de julio de 2013, hora de España.

Lleva a bordo 2.366 kilos de suministros para la Estación que incluyen entre otras cosas 131 kilos de hardware para el mantenimiento de esta, 233 de material higiénico, 257 de comida, 126 de suministros médicos, 136 de ítems personales para la tripulación, 42 de material contra incendios, y 40 de equipos de foto y vídeo.

Lleva también materiales para diversos experimentos y herramientas y equipos para intentar diagnosticar la avería del traje espacial de Luca Parmitano que obligó a abortar un paseo espacial el pasado 16 de julio.








La Progress M-47 a su llegada a la Estación Espacial Internacional

 



En sus depósitos transporta también 47 kilos de aire para la atmósfera de la EEI y 410 kilos de combustible para sus motores.

Tras su lanzamiento está previsto que realice una aproximación rápida a la Estación que le permitirá acoplarse al módulo Pirs a las 2:26 del sábado.

Una vez allí los astronautas pueden entrar en mangas de camisa en el compartimento de carga para retirar los suministros y cambiarlos por material de desecho que se destruye junto con la Progress mediante una reentrada controlada en la atmósfera al final de la misión; el combustible y el agua pasan automáticamente al interior de la Estación mediante los conductos adecuados, que quedan conectados durante la maniobra de acople.

Además, los motores de las Progress se pueden usar para subir la órbita de la Estación mientras permanecen acopladas a ella, una maniobra que es necesario repetir periódicamente pues aún a los 350 o 400 kilómetros de altura de la órbita de la Estación el rozamiento con la atmósfera le hace perder un poco de altura cada día.



 La Progress M-19M atracada a la EII

Enormemente fiable

Basada en el diseño de la cápsula tripulada Soyuz, y en servicio desde 1978, esta es la Progress número 143 en ser lanzada, de las que todas salvo una alcanzaron su objetivo, y en este caso el fallo fue debido al cohete lanzador.

Comenzaron llevando suministros a la estación espacial Salyut 6, luego a la Salyut 7, y más tarde a la Mir, aunque desde 2001, con la retirada de esta, sólo dan servicio a la EEI. De hecho, fue la Progress M1-5 la que se encargó de sacar de su órbita a la Mir al final de su carrera.

Aunque a lo largo de su carrera se han desarrollado distintas variantes los modelos en uso en la actualidad son la Progress-M y la Progress-M1.

La principal diferencia entre ambas es que la M1 está diseñada para llevar 1.700 kilogramos de combustible en lugar de los 850 de la M, pero a cambio de una capacidad total de carga menor; aún así la M1 mide 7,23 metros de longitud frente a los 7,94 de la M. El ancho máximo de ambas es de 2,2 metros.

Las Progress tienen un módulo de carga delantero presurizado, que es al que acceden los astronautas desde la EEI, un módulo intermedio que es el que se conecta mediante unos conductos que van por el exterior de la nave a los conectores oportunos de la escotilla a la que está atracada para repostar el sistema de propulsión de la Estación, y un tercer módulo, el de propulsión.

Además de los motores y paneles solares de la nave este alberga los sistemas de control y navegación, que son capaces de atracar la nave automáticamente a la ISS, aunque llegado el caso la maniobra también se puede hacer bajo el control manual de los tripulantes de la Estación.


 El módulo de carga de una Progress visto desde la Estación Espacial Internacional


Trabajo en equipo

Se llevan a cabo entre tres y cuatro lanzamientos de cápsulas Progress a la Estación cada año, lo que junto con los ATV de la Agencia Espacial Europea, los HTV japoneses, las Dragon de SpaceX, y pronto las Cygnus de Orbital Sciences, permiten mantenerla convenientemente abastecida.








La M20M durante su preparación para el lanzamiento







Aunque Roscosmos ha manejado varias ideas para desarrollar una nueva nave de carga que la sustituya lo cierto es que hoy por hoy no parece que ninguno de estos proyectos tenga mucho futuro, así que parece que tendremos Progress para muchos años.

rtve.es






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domingo, 21 de julio de 2013

El nivel del mar podría subir 20 metros a finales de siglo, según un estudio

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 La Antártida





La capa de hielo del este antártico "es mucho más sensible" a los cambios del clima de lo estimado, según un estudio científico, en el que se asegura que el nivel del mar podría elevarse 20 metros hacia final de siglo si esta zona, el antártico occidental y Groenlandia sufrieran deshielo, como en el Plioceno.

Estas son dos de las conclusiones de un estudio internacional que publica la revista Nature Geoscience, liderado por investigadores del Imperial College de Londres y con participación española.










En el Plioceno, comprendido entre hace 5,33 millones de años y 2,58 millones de años, la Tierra experimentó un aumento global de temperatura que llegó a ser entre 2 y 3 grados centígrados superior a la actual y similar a la prevista para finales del siglo XXI.

La concentración de CO2 atmosférico, por su parte, era igual a la de hoy en día.

Ambos factores propiciaron la fusión de parte del hielo planetario, lo que provocó un aumento del nivel del mar de 20 metros, ha recordado en una nota el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), firmante de la investigación.

Hasta ahora, era sabido que el mar se elevó 10 metros debido al deshielo de Groenlandia y el oeste antártico pero, según el artículo, no se tenía la constancia de que el hielo del este antártico había añadido otros 10 metros al nivel del mar.

La capa de hielo del este antártico, cuya superficie equivale a la de Australia, se formó hace 34 millones de años y se la consideraba en estado estable desde hace 14 millones de años.

Sin embargo, según esta investigación, esta zona antártida es "mucho más sensible que lo que se pensaba hasta ahora", ha confirmado a Efe vía telefónica Francisco José Jiménez Espejo, ahora en la Universidad de Nagoya (Japón) y antes en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro mixto del CSIC y la Universidad de Granada).

Esta es una de las principales conclusiones de este trabajo, según Jiménez Espejo, pero hay otras.

Según este artículo, dada la similitud entre las variables de CO2 atmosférico y temperatura del Plioceno y la época actual, las consecuencias si hubiera un deshielo continental -Groenlandia y este y oeste antártico- podrían ser las mismas al final de este siglo. "El nivel del mar podría elevarse 20 metros hacia final de siglo", según este trabajo.

Carlota Escutia, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, ha opinado que es "muy importante entender cuáles podrán ser las posibles consecuencias" teniendo en cuenta la similitud de datos.

Los investigadores han llegado a estas conclusiones gracias al análisis de muestras de lodo marino pliocénicas del antártico oriental.

Estas muestras se obtuvieron a más de tres kilómetros bajo el nivel de la costa antártica en la campaña de 2010 del Programa Internacional de Perforación del Océano, co-liderada por el CSIC.

Según ha explicado Jiménez, entre el lodo también hay rocas que fueron arrastradas por los glaciales e icebergs.

Los investigadores, a través de su análisis, han reconocido el lugar de proveniencia de esas rocas y a partir de ahí han sido capaces de reconstruir la extensión de los glaciares a lo largo del tiempo.

El equipo español, según Jiménez, se ha encargado de hacer distintos análisis sedimentológicos, mineralógicos y geoquímicos que han permitido reconstruir las condiciones paleoambientales durante el Plioceno.

El análisis ha revelado que esta masa helada que se consideraba estable sufre en realidad importantes deshielos parciales.

rtve.es







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martes, 2 de julio de 2013

La actividad eléctrica de las neuronas, reunida en un catálogo

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Una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha logrado reconocer la actividad eléctrica de cada grupo de neuronas del hipocampo -una estructura principal del cerebro situada en la parte interna del lóbulo temporal- y generar un catálogo que permite diferenciarlas en función del proceso cerebral que se esté llevando a cabo.

Y  es que cada estímulo exterior o pensamiento genera una actividad cerebral concreta que se expresa a través de la activación de determinados grupos de neuronas. En función del estímulo, estos grupos de células ejecutarán un patrón distinto de activación.

Hasta ahora, el registro de la actividad cerebral se llevaba a cabo mediante electroencefalogramas. El investigador del CSIC en el Instituto Cajal, Óscar Herreras, ha liderado la investigación y explica que “esta técnica es escasamente útil ya que, aunque recoge impulsos eléctricos neuronales, es incapaz de informar de qué grupos de neuronas entran en acción en cada circunstancia ni cómo se coordinan”.

Herreras compara los datos aportados por los electroencefalogramas con “madejas de hilo compuestas por hebras de distintos colores”. “Nuestro trabajo ha logrado separar cada una de esas hebras”, añade.


Identificación de los grupos neuronales

El equipo de Herreras, que previamente desarrolló la técnica de análisis y que publica el nuevo avance en la revista Cerebral Cortex, ha logrado identificar los distintos grupos neuronales que se activan en el hipocampo de las ratas de laboratorio (Ratus norvergicus).

Para ello, se implantaron dispositivos multielectrodo en el cerebro de los animales, lo que generó el registro de hasta 96 regiones de su hipocampo. Mediante el análisis matemático y la aplicación de compuestos químicos cerca de las zonas de registro ha sido posible discriminar la actividad de cada grupo de neuronas en función del estímulo recibido.

Por ello, a partir de ahora, la actividad neuronal podrá ser monitorizada sin necesidad de estímulos, sea cual fuere la tarea que se esté ejecutando.


Se podrán detectar patologías

Para el investigador del CSIC, este etiquetado eléctrico de las distintas poblaciones neuronales puede ser “una herramienta muy útil para el diagnóstico temprano de neuropatologías como la enfermedad de Alzhéimer, el Párkinson y la epilepsia”.

Los electroencefalogramas nos dan pistas sobre la presencia de estas dolencias, ya que ofrecen un registro de la actividad cerebral alterado con respecto al de un cerebro sano. Herreras considera que “gracias al catálogo desarrollado por el equipo, a partir de ahora será mucho más fácil discernir qué región del cerebro está actuando de forma anómala”.

rtve.es






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