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Primera configuración habitable de la EEI: de izquierda a derecha la Progress M1-3, Zvezda, Zarya y UnityNASA
Hoy (
20.11.2013) se cumplen
quince años del lanzamiento del Zaryá, el primer módulo de la
Estación Espacial Internacional, mediante un cohete Protón desde el cosmódromo de Baikonur.
El transbordador espacial Endeavour se encargaría apenas dos semanas después de poner en órbita el módulo
Unity, que el 6 de diciembre de 1998 quedaba unido permanentemente al Zaryá.
Pero no sería hasta el 26 de julio de 2000 cuando
el módulo Zvezda se acoplara automáticamente al Zarya y la Estación se convirtiera en una nave espacial habitable, ya que el Zvezda contenía los primeros sistemas de soporte vital de la Estación así como camarotes para dos tripulantes.
Con estos tres módulos en órbita, fue el 2 de noviembre de 2000 cuando
Bill Shepherd, Yuri Gidzenko y Sergei K. Krikalev se convirtieron en los
primeros tripulantes de la Estación,
que ha permanecido permanentemente tripulada desde entonces, con lo que
quizás sería más correcto celebrar su cumpleaños en noviembre.
Los últimos en llegar a bordo han sido Mikhail Tyurin de Roscosmos,
Richard Mastracchio de la NASA, y Koichi Wakata, de la Agencia Japonesa
de Exploración Aeroespacial,
acompañados de la antorcha de los Juegos de Invierno de Sochi 2014,
el pasado 7 de noviembre.
La más grande
Con el tiempo, la Estación Espacial Internacional
ha ido creciendo gracias a módulos lanzados en cohetes o transportados hasta allí
por los transbordadores espaciales de la NASA y acoplados con el resto
de la Estación durante los correspondientes paseos espaciales, aunque
su construcción ha sufrido innumerables retrasos, ya que inicialmente se planeaba que terminara en 2003.
Aún así, se ha convertido en la nave más grande jamás construida, con unas
medidas de 51×109 metros que incluyen quince módulos presurizados además de la estructura que soporta los
paneles solares, radiadores y otros equipos externos como el espectrómetro magnético Alfa. También es la más cara, con un
coste estimado de 100.000 millones de dólares.
Y eso que la Estación todavía no está terminada y faltan por lanzar, entre otros elementos,
el laboratorio ruso Nauka, construido a partir del módulo de reserva del Zaryá, y el
brazo robot de la Agencia Espacial Europea.
Eso sí, aunque es cierto que está en el espacio, ya que el límite de este está establecido por convención en
la línea de Kármán a 100 kilómetros de altura, la Estación Espacial Internacional
orbita la Tierra a unos 400 kilómetros de altura, lo que no es casi nada; la Luna, sin ir más lejos, está a unos 300.000 kilómetros de la Tierra.
La EEI en su configuración actual. En primer plano hay un ATV de la
Agencia Espacial Europea atracado en Zvezda, apenas visible con todo lo
que ha crecido la EstaciónNASA
A simple vista
El hecho de que la Estación esté en una órbita tan baja y el gran tamaño de sus paneles solares
hace que sea posible verla a simple vista, ya sea al amanecer o al atardecer cuando esta sale de la sombra de la Tierra y refleja el Sol.
De hecho, la Estación llega a ser el tercer objeto más brillante del cielo, detrás de la Luna y de los
destellos de satélites Iridium,
y si el avistamiento se produce en una noche sin Luna y sin destellos
Iridium, es directamente el objeto más brillante del cielo
en los momentos en el que el Sol incide sobre los paneles solares, que además gira continuamente para apuntar al Sol y aprovechar al máximo la energía de este.
Para saber a dónde hay que mirar,
la NASA tiene un servicio conocido como Spot the Station
al que basta con indicarle dónde vive uno para que le envíe por correo
electrónico, o incluso por SMS si vives en los Estados Unidos, cuándo y
por dónde se podrá ver la Estación, algo que ocurre varias veces al año
desde casi cualquier punto de la Tierra.
Los cuatro camarotes de HarmonyNASA
Ciencia a bordo
Aparte de haber servido como
plataforma de aprendizaje de cara a construir y mantener en funcionamiento grandes estructuras en el espacio, lo que incluye mantenerla convenientemente pertrechada con vehículos de carga como los
Progress rusos, los
ATV europeos, los
H-II japoneses, o las cápsula
Dragon y
Cygnus, la EEI pretende convertirse también en una
plataforma de producción científica,
por lo que sus tripulantes dedican buena parte de su tiempo a llevar a
cabo experimentos diseñados por científicos de todos los países miembros
del proyecto.
Robert
L. Curbeam, Jr. de la NASA, a a izquierda, y Christer Fuglesang de la
ESA durante uno de los paseos espaciales dedicados al ensamblado de la
EEI. Foto: NASA
Las áreas de trabajo que cubren son
biología y biotecnología, ciencias de la Tierra y del espacio,
actividades educativas, investigaciones sobre el cuerpo humano, física, y
tecnología, aprovechando el entorno de caída libre, aunque no de
gravedad cero, de la Estación para
hacer algunos experimentos que serían directamente imposibles o muy complicados de hacer en tierra.
En cualquier caso, los resultados científicos de la Estación son un
punto candente de debate, ya que mucha gente cree que la inversión ha
sido desmesurada frente al retorno obtenido; por eso los países miembros
del proyecto, ahora que la Estación está casi terminada,
buscan darle más tiempo a la ciencia a bordo de esta.
Pero
el problema principal con el que se encuentran es que la Estación está
diseñada con tecnologías que en algunos de sus módulos datan de los años
70 del siglo XX, por lo que
buena parte del tiempo de los astronautas a bordo de esta está dedicado al mantenimiento de la propia Estación, aunque desde hace algún tiempo está a bordo
Robonaut 2,
un robot para estudiar si y como en el futuro muchas de estas tareas
pueden ser llevadas a cabo por una máquina, aunque sea controlada
remotamente desde tierra.
Fecha de caducidad
El
espacio es un entorno muy duro para los materiales que componen la
Estación y para los componentes electrónicos de sus sistemas de a bordo,
incluidos sus ordenadores, por lo que
en principio la Estación terminará su vida útil en 2020.
De todas formas, habido en cuenta el enorme esfuerzo realizado para
montarla, los miembros del proyecto se están planteando prolongar su uso
más allá de ese año. En cualquier caso, por ahora
es nuestra única presencia permanente en el espacio.
rtve.es
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